La historia del fenómeno
El fenómeno del Trueque es uno de los más interesantes entre las varias respuestas sociales a la crisis argentina, porque presenta muchas de las características y de las instancias de los demás fenómenos en una síntesis original: nace al interior de la clase media decaída con el objetivo de hacer frente a la falta de trabajo y dinero a través de una acción colectiva autogestionada e independiente de cualquier insti
El proyecto y las prácticas
Ya desde sus inicios el fenómeno del Trueque llamó la atención de intelectuales, economistas, sociólogos y antropólogos de universidades, de organizaciones internacionales, del poder político, del poder económico, etc. Sin embargo, gran parte del análisis de estos actores ha privilegiado un abordaje propiamente económico del fenómeno: se buscaba así una respuesta a interrogantes tales como ¿Es el Trueque un modelo alternativo al capitalismo? ¿Es posible una economía no monetaria? ¿Puede ésta coexistir con el capitalismo? ¿Cuáles son las reglas de sustentabilidad y gobernabilidad económica del Trueque? ¿Estamos en presencia de una “economía solidaria” y de una “moneda social”? Si bien estos interrogantes son pertinentes se vuelven absolutamente reduccionistas si no los ubicamos en un análisis más amplio del fenómeno. Del mismo modo, tampoco es apropiado analizar un fenómeno en continua evolución como si fuera una actuación coherente de un proyecto bien estructurado.
A partir de un enfoque socio-antropológico nos proponemos destacar los diferentes valores que asumen el proyecto y las prácticas del Trueque. Por “proyecto” entendemos el diseño del sistema económico así como fue pensado y repensado por sus fundadores y por los ideólogos que fueron agregándose durante el desarrollo del fenómeno.
Los fundadores admiten que nunca existió un proyecto definitivo de “Club de Trueque”; lo único cierto es que debía ser un instrumento que permitiera una nueva sociabilidad y unas relaciones de intercambio no
mediadas por el dinero; la forma y el funcionamiento de los Clubes de Trueque fueron un experimento continuo que ha tenido que ajustarse, tanto a las diferentes disputas ideológicas al interior de la RGT como a los cambios socio-económicos devenidos luego de la crisis del 2001.
Los fundadores del Trueque se empeñaron, sobre todo, en la constitución de un sistema de intercambio no monetario más que en una “nueva sociabilidad” que se habría generado como consecuencia de estas ‘nuevas’ relaciones de intercambio no monetario. Para ser tal, el medio de intercambio no debía presentar la característica de “reserva de valor” propia del dinero por ser la causa del ‘peor mal del capitalismo’: la acumulación.
“Fracaso” económico y éxito social
Aun reproduciendo en parte las dinámicas del sistema capitalista, la gente continuó a participar en el Trueque porque de todas las maneras obtenían un beneficio económico. El Trueque es un sistema abierto a todos, un sistema que no exige garantías, un sistema que acepta e incluye a los marginados del mercado formal. Es innegable que el sistema del Trueque –nacido por exigencias prácticas, sobre todo económicas de los mismos protagonistas y de su clase de pertenencia, aquella clase media argentina que veía empeorar en manera incesante la calidad de vida a la cual estaba acostumbrada y que se volvía cada vez más pobre– haya obtenido el objetivo que se había fijado: mejorar la vida de las personas, solucionando el problema de la insuficiencia de dinero y el desempleo.
No obstante, no consiguió alcazar el objetivo de ser un sistema no monetario. La utopía de un mercado sin dinero que pudiera convivir con el mercado capitalista fracasó ante la potencia y la invasión de las mercaderías, del valor de cambio, del dinero, de los valores y las prácticas que impregnaron todas las relaciones sociales. El proyecto de cambiar las relaciones de producción capitalista –y las relaciones sociales en éste basadas– cambiando sólo la forma del dinero y refugiándose en un pasado pre-monetario no podía más que naufragar. El creer que el problema del capitalismo está sólo en el dinero en cuanto reserva de valor y que, eliminando tal característica, se logra eliminar las contradicciones del capitalismo, es fruto de un análisis muy superficial. De hecho, la falta de dinero de curso legal no fue resuelta con una vuelta al trueque, sino con la sustitución de este dinero con un dinero de tipo “privado”. Los ideólogos definen los créditos como “moneda social” pero el hecho mismo de no haber sido verdaderamente una “moneda social” –o sea creada, administrada y controlada por toda la comunidad– provocó, con el pasar del tiempo, un pérdida de la confianza en los créditos.
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